El pasado año 2008 participé en el concurso para el himno oficial de Expo Zaragoza 2008. No hubo suerte, se presentaban músicos y empresas de primer orden. Finalmente el concurso fue ganado por el prestigioso y veterano compositor Julio Mengod por su obra «Tambores Sonarán en su versión sinfónica» y que en su versión más comercial interpretó el concursante de OT Daniel Zueras.
Lamentablemente, el himno tuvo 0 repercusión, tanto por la inexistente promoción de la organización como de los medios de comunicación. Me voy a mojar y aunque Julio Mengod tiene una creatividad demostrada en programas de TVE legendarios no tuvo su mejor inspiración en este himno, pues no consigue transmitir apenas nada. Hay que decir que técnicamente es impecable y las alusiones a lo aragonés son correctas pero habría que escuchar el tema 10 veces para que se nos quedara algo, nada más.
Pues bueno, yo presenté una versión de un tema llamado «Sentimiento de mi Tierra» que ya edité en el disco Panoramas (1996). Le añadí mejoras que la tecnología me ha permitido y arreglos de voces femeninas, coros e instrumentos étcnicos. El caso es que todo la gente que lo ha escuchado en su primera vez(especialmente aragoneses) se le han puesto los pelos de punta y así pues he decidido colgar una demo que recoge los diferentes pasajes que estoy desarrollando para un disco que espero editar este 2009.
El tema es largo y pesa, ten un poco de paciencia. Puedes escucharlo
Hago una breve descripción de los pasajes, aunque la narrativa se me da muy mal. La música representa un viaje desde el nacimiento de un río en la montaña, varias pinceladas de la vida tranquila, los cantos de sus gentes y el romanticismo aragonés de la montaña. El viaje prosigue descendiendo por el río donde nos encontramos dos baturros bailando la jota, dos amantes declarando su amor, la gente de fiesta hasta que llega el momento donde, como no, llegamos a la basílica del Pilar donde unos infanticos nos reciben, festejan y agradecen la visita, deseando partir de regreso a la montaña. En este momento, se emprende un viaje que podría representar la «bravura» aragonesa con pinceladas agustinianas hasta que el viaje vuelve a casa, a la montaña.